La carrera de Psicología en la Argentina ya tiene más de 50 años. A lo largo de todo este tiempo fue adquiriendo distintos perfiles, los cuales responden al contexto socio-político de la época. En este sentido, la práctica del psicólogo se ve inevitablemente afectada por este contexto en el que se encuentra.
Las praxis no vienen dadas sino que se construyen. Esta construcción está determinada por innumerables elementos como la adhesión a ciertos marcos teóricos, la elección de determinada bibliografía, la metodología, los docentes titulares asignados en cada cátedra de cada materia, y hasta el plan de estudios, en el cual el estudiantado y la mayoría de los docentes no tienen ningún tipo de participación. Todos estos elementos son elecciones que moldean un perfil de psicólogo y determinarán la práctica que el día de mañana llevará a cabo.
En los años 60 y 70, un contexto de fuerte movilización y convulsión social caracterizó la época. Aquí estudiantes y trabajadores, unidos, tuvieron un rol protagónico. Pasando por el Mayo francés hasta los distintos levantamientos a lo largo y a lo ancho de América Latina, se observaron distintos pronunciamientos de la voz popular en un acto comprometido con la realidad que los atañía.
En este contexto, en la facultad de psicología de la UBA, tanto el plan de estudios como el perfil del psicólogo, se vieron modificados profundamente debido al alto compromiso de los estudiantes y docentes. En conjunto, se proponían cambiar de manera radical la situación que les imponía la realidad de la época y así responder a las necesidades más urgentes de la población, como lo eran la educación, el trabajo y la salud. Estudiantes y docentes, debatían democráticamente el plan de estudios y ligado a esto, el perfil de psicólogo que pretendían establecer. Como resultado de este hecho estas décadas fueron testigos del psicólogo que, tomando como fuerte herramienta teórica al psicoanálisis (el cual ya comenzaba a tener importante influencia en la Argentina), buscaba trabajar en pos de responder a las demandas sociales que acosaban al país.
En este sentido, cabe recordar a intelectuales de la época como Pichón Riviere, Ulloa o el caso de José Bleger (psicólogo y psicoanalista titular de la primera cátedra de psicoanálisis de la carrera de psicología de la UBA, 1962), el cual sostenía que “la función de la intervención del psicólogo en la comunidad era encaminar los cambios sociales en forma armónica y progresiva, de modo tal que el psicólogo debería convertirse en un autentico agente de cambio socia”l. En pocas palabras, se trataba de un compromiso activo por parte de toda la comunidad académica a la hora de pensar cuestiones atinentes al lugar que el psicólogo debería ocupar en la sociedad.
Este fuerte movimiento que se venía gestando fue paralizado por la dictadura, en la cual, además de aplicarse políticas de vaciamiento en salud y educación, se sostuvo una persecución sistemática a aquellos que se cuestionaban la realidad y se proponían transformarla. Al mismo tiempo en el plano académico se ordenó el cierre de las carreras de Psicología en varias universidades e intervino la UBA poniendo de rector a Ottalagano. A su vez éste último, puso a Sánchez Abelanda [1] al frente de la facultad de Filosofía y Letras. Personaje que, al tiempo que agitaba un incensario para “exorcizar al demonio marxista”, incluía en la bibliografía obligatoria bolillas como “La existencia de Dios, necesidad y posibilidad de una demostración”.
Mediante este “Proceso de Reorganización Nacional”, se profundizaron las políticas neoliberales que marcarían el rumbo de la sociedad desde los inicios de los ´80 a la actualidad. En este sentido la facultad de psicología y su plan de estudios no han sido una excepción a este tipo de políticas. Progresivamente, el plan de estudios pasa a tener una tendencia abocada a la privatización de la disciplina, que ubicará a la práctica profesional en el ámbito privado. De esta manera, hoy en día, recibirse de psicólogo es sólo garantía de que ya se está listo para comenzar el posgrado. Además, siniestra y automáticamente, se van sacando contenidos de la carrera de grado para pasarlas a los posgrados pagos.
En la actualidad, el plan de estudios de la carrera de psicología de la UBA tiene una fuerte impronta psicoanalítica con una idea del ejercicio de la profesión alejada de las demandas sociales más urgentes. El plan está compuesto por un 70 % de materias psicoanalíticas (teniendo en cuenta prácticas profesionales y electivas), que apuntan a un psicoanálisis basado en la individualidad, es decir, a la resolución de conflictos individuales, descontextualizados, sin tomar en cuenta las problemáticas sociales que nos afectan. Al mismo tiempo, las materias y cátedras más críticas, que buscan otro perfil profesional, no son tenidas en cuenta y padecen persecuciones. Entre estas últimas se destacan el achicamiento sistemático de sus cupos, la pretensión de condensar muchas de estas materias en una sola, o mismo, el acelere de los trámites de jubilación de sus profesores titulares, en contraposición a los profesores “dinosaurio” que permanecen en la facultad hasta una década más pasada la edad de jubilación correspondiente.
Mientras esto sucede por un lado, por el otro, la formación destinada a trabajar en el ámbito clínico privado y en recursos humanos, ha ido tomando cada vez más fuerza. Se producen profesionales funcionales al sistema, incapaces de replantearse su rol. Ya no se trata de un agente de cambio sino de un psicólogo que transita su formación sin cuestionarse para qué ni para quienes ejercerá el día de mañana.
De esta manera entonces, es importante darnos cuenta que se naturaliza una forma de ejercer la profesión que vela otras formas de ejercicio posible acordes con las problemáticas sociales actuales.
Con lo expuesto anteriormente creemos necesario desnaturalizar el criterio vigente acerca de cómo ejercer la profesión quedando en manos de los estudiantes y la comunidad generar una transformación de raíz. Desde un espacio de construcción colectiva sostenemos que es posible el cambio y por esto es que, desde la CEO, invitamos a la participación activa de los estudiantes que día a día transitan la facultad. Creemos que es a partir de la agrupación de toda la comunidad educativa que se puede construir el cambio y llevarlo a cabo materialmente.
[1] Abogado declarado públicamente fascista y partidario de la ideología perpetrada por Hitler. Afirmó que la Universidad, antes de su gestión, era una suerte de campamento guerrillero, un campo de entrenamiento de subversivos y se ufanó de haber perseguido y expulsado a quienes sustentaran una ideología antinacional
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